¿Para qué vivir? Yo vivo para brillar, tú no

¿Para qué vivir? Yo vivo para brillar, tú no

—¿Nunca te has detenido a pensar a qué se parece este sitio?
Likon contempla a su amigo de reojo, una luz cálida y celeste danza a su lado. Luego decide seguirle la corriente a su compañera, deja vagar su mirada por el recinto. No hay nadie que se parezca a Ina, ninguno puede igualar su brillo. Es obvio que no puede evitar quererla, ya que se la asignaron los superiores. Pero jamás llego a creer que terminaría sintiendo tantas cosas por aquella pequeña alma. Aún después de tantas vidas, ella había sido la única que logró persistir en el tiempo, romper todas las barreras que había dentro de sí mismo. Y ahora estaba sintiendo un torbellino de sensaciones, no sabía cómo reaccionar.
—Pues, a mi me parece un centro comercial, ¿no? Una vez, cada mucho, venimos de compras… —responde Likon.
—Tienes razón, Lik —dice Ina.— Pero yo lo veo más parecido a una sala de juegos. Tú sabes, de esas que están repletas de maquinas recreativas, con millones de videojuegos… ¡Nosotros somos las monedas que se usan para poder jugar!
No importan las incansables veces que Likon dialogue con Ina, siempre se asombra de la capacidad que ella tiene para imaginar. Jamás se le hubiese ocurrido aquella comparación y ahora que se detiene a pensarlo es muy exacta. Pero en todas las vidas que ha vivido, muy pocas veces ha ido a una sala de juegos. Es más viejo que Ina, pero podría asegurar que ella ha vivido muchas más experiencias que él. Igual, no se arrepiente de nada. Solo una vida más y le subirán el rango.
Ina siente unas enormes ganas de bailar, le gustaría tomar de las manos a Likon y hacer que se muevan juntos. Cada vez que regresa a aquel enorme sitio una alegría indescriptible la inunda por completo. Y es que le encanta estar dentro de ese recinto, rodeada de altísimas paredes blancas y caminar junto a brillantes almas. Quizá sea porque aún es joven, todavía no se acostumbra a todo eso. Tampoco quiere hacerlo, no le agrada respetar las normas impuestas, simplemente le gustaría ser libre. Lo único bueno que le ha sucedido, gracias al orden impuesto por los superiores, fue conocer a Lik, él es su alma gemela y ella lo sabe perfectamente. 
Ninguna de las dos almas se percata de un ser alto y oscuro que se les acerca por delante. Cada una está ensimismada en sus pensamientos. Se detienen por inercia al notar el cambio en el ambiente cuando el superior se detiene frente a ambas. Ina se estremece, no le agradan aquellas criaturas que perdieron su brillo, no quiere convertirse en una de ellas. Pero Likon demuestra respeto y admiración.
—¡Menos vueltas y más trabajo! No están aquí para pasear, busquen su siguiente vida y lárguense —espetó el mayor y se alejó.
Ina odiaba que le dieran órdenes, eso hacía que su brillo se intensificara y varios se detuvieron para contemplarla. Entonces Likon optó por tocarla, le dio un empujoncito para que se calmara. Aunque ambas necesitaban calmarse. Sabían que en la siguiente vida todo se definiría.
Ya habían explotado todos los roles familiares que existían. Ina se había cansado de ser la hermanita, la primita, la tía, la madre e incluso la abuela de Lik. Mientras que Likon ya había tenido suficiente con ser el padre, el hermano, el tío y el primo de Ina. Luego de cortas conversaciones, entre vida y vida, habían decidido lo inevitable: optar por el hilo rojo del destino.
—¿Crees que funcionara? —cuestiona Ina, con un tono nervioso.
—Sabes que elegiré ese bonito cuerpo que tanto nos gusta y tú ya has averiguado quién está al otro extremo del hilo. Todo saldrá en orden.
Pero esas palabras suenan vacías para Ina. A pesar de que llevan demasiado tiempo planeándolo, hay un mal presentimiento instalado en su interior que no deja de perturbarla. Aún así no puede decir nada, sería preocupar de más a Likon y no quiere eso. Ambas almas se despiden, con la promesa de volver a verse y marchan a sus respectivos lugares.
Ina se permite imaginar lo que dijo Lik en un principio. Se ve a sí misma, en el cuerpo de la bonita muchacha que pronto ocupará, y recorre aquel centro comercial con aire decidido. Piensa que tiene una cita, se encontrará con el amor de su vida. Pero no puede evitar que su atención vague por los escaparates de las tiendas. Vuelve a la realidad cuando llega al cuarto dónde su destino será firmado.
No puede evitar inquietarse cuando el aroma a formol atesta el ambiente. Otra figura oscura se acerca a ella y le indica los preparativos. Sobre un escritorio de fino metal hay una hoja, una lapicera y una píldora. Primero debe firmar el contrato, luego fingir que consume la pequeña pastilla del olvido y entonces estará lista para comenzar su nueva vida. Todo saldrá en orden, se repite las palabras de Lik antes de actuar…
          Luego de catorce años de vida, todo le parece un infierno. Creía que, si recordaba todas las lecciones aprendidas, podría irle mucho mejor. Pero estaba cansada de esperar y de estar sola. No veía el momento de encontrarse con Likon, no veía la hora de estar junto a aquel cuerpo que vivía en sus sueños y pesadillas, las veinticuatro horas del día atormentándola en su cabeza. Quizá fue por eso que decidió buscarlo, o porque detestaba seguir el orden lineal del tiempo tal cual se lo habían indicado sus superiores. No pensaba que hubiera nada malo en adelantar el tan esperado encuentro. Estaba segura de que Lik también la extrañaba y se lo agradecería mucho.
—¡Sorpresa! —exclamó Ina, poniéndose en el camino de un muchacho alto y delgado, con cabellos y ojos oscuros y finos labios. —¿Me has extrañado, Likon?
—¿Quién es Likon? —pregunta el muchacho, sin comprender nada de lo que ocurre.
Por un instante, Ina cree haberse confundido de persona. A veces sucede que los cuerpos comparten muchos parecidos entre ellos y resultan ser casi todos iguales. Pero como no ha perdido la memoria, puede distinguir el leve brillo de su amigo a través de los ojos de aquel chico. ¿Acaso le está jugando una broma?
—¡Vamos, Likon! ¿Recuerdas que la última vez que nos vimos era en un sitio parecido a este centro comercial? —mientras Ina hablaba, el chico no mostraba ninguna señal de entender.
—Creo que te confundes de persona, mi nombre es Marcus —contesta él, con tranquilidad.
—¡Fue hace catorce años! ¡Acordamos no olvidar nada! ¡Dijiste que todo saldría en orden! —Ina comienza a gritar. — ¿No lo ves? ¿Acaso no ves el hilo el rojo? —pregunta al borde del llanto, sosteniendo el fino lazo entre sus manos.
Entonces un cambio atraviesa el rostro de Marcus. Ina lo nota, se permite albergar esperanzas. Aunque sabe perfectamente que Likon no fue capaz de desobedecer las reglas, que él se olvidó de todas las vidas que compartió con ella. Se le oprime el corazón y un dolor agudo la atormenta. No puede permanecer más junto a aquel chico, le da la espalda justo antes de que las primeras lágrimas comiencen a correr por sus mejillas. Sus pies la alejan, la llevan a una gran velocidad, esquivando personas, sin saber a dónde ir. Su carrera se acaba cuando alguien la empuja y cae dentro de una fuente.
—¿Por qué? ¿Por qué todo tenía que salir así? —Ina susurra para sí misma.
Pero ella se olvidó de algo muy importante. En verdad no está sola, nunca dejan de mirarla. Es por eso que las ranas que arrojan agua sobre ella comenzaron a moverse. Una a una despiertan de su sueño de piedra y la observan. Algo anda mal, ella lo sabe antes de que las ranas comiencen a hablar.
—Has corrompido el destino. El universo se reiniciará en tres, dos, uno.
 Sophie Black

Notas de autora: Bueno, esta historia describe más o menos cómo me imagino el mundo. La consigna del taller era utilizar un sitio conocido y convertirlo en algo fuera de lo común. Le dedico esta historia a mi hermanita, ya que a pedido suyo le coloqué su nombre a la protagonista. La foto que hay debajo del título es de ella, ¿no es hermosa? :3

1 comentario:

  1. Cuando uno piensa sobre una reaccion que tuvo, simpre esta va a adquirir un caracter mistico, esoterico si se quiere, la mayoria de la gente no se resignaria a aceptar la idea de que algo como eso pueda estar iluminado por la fria e invernal luz del azar, yo tampoco prefiero pensarlo de esa manera, me siento mucho mas a gusto si un personaje invisible y poderoso susurrara a mi oido la direccion de esta pagina que no solo no recordaba sino que casi ni tuve la oportunidad de leer en su momento, y junto con esa informacion decorara este frio e inexpresivo habitaculo con los mas calidos hornamentos, tomara luego un puñado de un extraño polvo magico y lo soplaria sobre mi rostro, induciendome a olvidar, al menos por un momento, mi estructurado y previsible presente, resignificando cada aburrida y sosa actividad que llevo a cabo en estos momentos, para embeberse con la magia que alguna vez pudo haber tenido...
    En fin, el frio y burocratico sonido del telefono me sacudio de ambos hombros mientras me recordaba con voz firme lo temprano que es todavia como para escribir estas cosas, y lo inapropiado del lugar...lo unico que no pudo es evitar que clicke, no sin una fuerte aceleracion cardiaca, el boton de Publicar...

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Un suspiro del alma... Solo eso te pido...