Mirella. La historia de una chica y una estrella... (Continuación)

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Capitulo 3. 
Sentí un potente resplandor. La cabeza me martilleaba por la falta de calmantes y sentía la garganta seca y raposa. Una molesta picazón se instaló debajo de mis parpados. Los refregué con la poca fuerza que tenía y presté sumisa atención a lo que me rodeaba. Estaba despierta o quizá seguía soñando, pero estaba segura de que algo rondaba cerca de mí.
-Soy la estrella que te guiará a partir de ahora..-ronroneó una voz varonil, demasiado cerca de mi oído.
Mi cuerpo sufrió una pequeña punzada del susto, se elevó un poco en el aire y luego reaccionó. Extendí mis brazos en el aire e intenté percibir a la persona que intentaba burlarse de mi, pero solo atravesé el aire con mis manos, el espacio vacío que siempre me acompañaba. Estaba segura de que había un hombre por allí, lo hubiese agarrado con mis manos de no tener reacción tardía. Seguiría intentando encontrar algo en aquel inhospito aire de no ser porque nuevamente me sorprendió la luz brillante.
-Pide un deseo.
De no ser porque podía sentir que estaba recostada en la cama del hospital, que lo que aferraban mis manos desesperadamente eran las sabanas con extraño olor y lo que molestaba sobre mi cara era una luz artificial, hubiese creído que aquello era un sueño. O simplemente habría considerado que alguien intentaba hacerme una broma de mal gusto, si hubiera un alguien dispuesto a perder el tiempo conmigo…
-La ventana, abre la ventana…-suplicaron mis labios con voz ronca y debil.
Odiaba hablar ya que aquel sonido gurutal que salía de mi garganta era tan escalofríante e inhumano que me partía el corazón. Sin embargo no pude contenerme, ya no era un deseo era una urgencia. Necesitaba aferrarme a aquella supuesta estrella, a aquel poco de humanidad que quedaba en mi interior, repirar aire fresco y que mis pulmones se renovaran.
-¿Prometes no arrojarte? Si lo prometes cumpliré tu deseo… Si rompes la promesa no regresaré y si no lo hago no tendrás más oportunidad de cumplir tus deseos…
Odiaba las promesas, eran en vano, podía prometerle que no lo haría y hacerlo igual. Pero no tenía pensado arrojarme, así que podía hacerlo fácilemente sin necesidad de romper la promesa luego. Mi cabeza se elevó con cierta firmeza y luego descendió. Este acto se repitió unas seguidas veces hasta que una mano sobre mi asqueroso cabello impidió que continuara asintiendo. Al parecer mi promesa había quedado clara. La mano, de un tamaño grande y tranqulizador, se deslizó por la grazosa maraña de pelo y luego se alejó. Quise creer que aquella caricia era proporcionada por Melito…
-Nos volveremos a encontrar, Mirella…
El susurró mezclado con el viento, que ingresaba por la ventana y se deslizaba sobre mi cuerpo, provocó que, mi mente, quedara en blanco. Por un asombroso instante no pensé en mi pasado, mi presente o mi futuro, no pensé en desgracias ni tristezas. Se me antojó considerar que aquel nombre, el que me habían puesto al nacer, había sonado bonito al ser pronunciado por la extraña voz, la dichos estrella. Aquella noche fue la primera vez que consideré que mi nombre, el de nadie mas, era bonito… Creyendo aquello terminé dormida, siendo arropada por los brazos del viento, otro ser al cual parecía importarle un poco mi existencia. 
Jessica C. Black

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Un suspiro del alma... Solo eso te pido...