Madre


La sonrisa de la azafata es igual a una patada en el estómago. Me cansa los ojos, rojos e hinchados. Ella se percata y suaviza el gesto. Me sorprende descubrir que es la misma muchacha, delgada y rubia, que estuvo en el vuelo anterior; que me trajo a esta tierra olvidada en donde, hace bastante tiempo, llegué a nacer. Me pregunto si alguna vez alguien escribió sobre ella: la azafata, no el país que estoy dejando atrás. Hace una semana podría haber dicho que tiene una sonrisa sin igual. 

Aún no puedo quitarme el recuerdo de ese olor. Lo sentí primero con la nariz, luego vibró por todo mi cuerpo como una realización: así es como huele la muerte. Me lo dije en el pasillo del geriátrico donde aguardaba para despedirme de mi madre. Hacía meses que estaba atrapada allí y yo me rehusaba a visitarla. Tiene un corazón fuerte, decían. Pero ya no la dejaban despertar y tampoco le permitían morir. Se encontraba ausente cuando pasé a verla. Las drogas, se suponía, debían ayudarla. No me querían dejar hablar con ella. La imagen que yacía en la cama con los ojos cerrados y una respiración dificultosa no era más mi madre. No lo supe en cuanto la vi. El olor me lo dijo todo.

Aquel encuentro fue el casillero final de un extenso juego. Uno que a mi madre y a mí nos había gustado jugar. Donde las malas decisiones abundaban. Cuando mi padre murió comenzó la historia. Fue entonces que fui a un internado mientras que mamá se pasaba los días enteros trabajando. Fue entonces que un eslabón de nuestra relación se partió y la distancia comenzó a crecer. Quizá ahí fue que nació mi pasión por la escritura, cuando hacía unos vanos intentos por acercarme a esa madre ausente, mediante cartas. Esas que escondí en lo más profundo de mi armario y jamás envié. Al final, la mujer que me apoyó en mi sueño de convertirme en escritor, e iniciar una vida en el extranjero, fue una completa desconocida para mí; al igual que el cascarón vacío al que tuve que decir adiós. 

¿Cómo se despide uno de su propia madre? Aún sigo preguntándome eso. No puedo perderla, si es que nunca la tuve. No sé qué me llevó a terminar en este avión, ahogando el llanto entre el sonido de las turbulencias. Es demasiado tarde para enmendar mis errores. Ya todo está dicho y hecho. Mi madre no iba a despertar. De hacerlo no me iba a perdonar. La abandoné. Yo la convertí en lo que ahora es. Ella hizo de mí un gran hijo. Uno que realizó su vida lejos y regresó cuando ya era tarde. La metí en ese geriátrico como ella me dejó en aquel internado. Y regresé, quizá, para matarla, pero esa es mi forma de liberarla. Espero que no sufra más, porque vine a verla después de tanto tiempo y le susurré al oído la verdad absoluta: que siempre la amé. 


Sophie Black


Este relato fue un ejercicio del taller literario que consistía en una re-escritura del texto Madre de John Berger desde el punto de vista de un alter ego. Así que escribí esto pensando en mi tía que falleció este mes y su hijo que fue a verla por última vez. Personalmente no creo haber cumplido con el ejercicio...

8 comentarios:

  1. Me atrapó muchísimo lo que escribiste y tienes una manera de escribir bastante hermosa, por más triste que sea la historia en sí.
    Me gusto mucho y ya me uní a tu blog.

    Besos, Val.

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    1. ¡Muchas gracias por leerme, Val! Igual me uní a tu blog <3

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  2. Hola como estas?
    Sin duda parece un gran desafio hacer esta redaccion y lograste hacer un trabajo muy fuerte y lleno de sentimientos.
    besos

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  3. Hola soy de El exprimidor de libros y vengo de comunidad blogger adonde dijiste que no hacias reseñas, pero no esperaba encontrarme un relato tan triste. Muy bueno! (pese a que creas que no cumpliste con el ejercicio) Escribís muy bien y sigue asi!!! besos y ya te sigo!!!

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    1. Hola, Jimena. Gracias por leerme, este relato en particular sí que salió muy triste, por el ejercicio en si que nos tocó hacer en el taller. Pero igual me pareció compartirlo con el resto y me alegra mucho que te haya gustado. También te sigo! <3

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  4. Hola Sophie! Me gusto muchisimo tu relato. Creo que si bien es ficcion expresas tan bien los sentimientos y el dolor acerca de una muerte, de una madre, del amor. Buenisimo que participes en talleres y que ademas, compartas tus escritos! Me encanta. Yo tengo una seccion en el blog, que hace bastante que no actualizo, en donde subo relatos cortos. Si queres, y no tenes problema, lo puedo compartir en el mio, dandote creditos obvio jaja y haciendo link a tu blog :) Avisame. Me encantaria!
    Besos!

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    1. Hola Anto, me emociona mucho que lo que escribo llegue a gustar tanto. Es como que me gusta escribir para generar emociones en los demás y al descubrir que consigo eso me encanta y ayuda a seguir adelante. Así que muchisimas gracias por tu comentario. Y más aún por la propuesta de compartir mi historia en tu blog. Sería increíble que hicieras eso, te estaría super agradecida. Ay, no lo puedo creer. En serio muchas gracias!

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Un suspiro del alma... Solo eso te pido...