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Creí que iba a poder. Tenía la firmeza para hacerlo. La ayuda necesaria. Lo tenía todo. Pero no conté con sus interferencias. No supuse que me buscaría hasta dar conmigo. No creí que no pensaba dejarme ir tan fácilmente. Simplemente esperaba alejarme, huir como hacía siempre y dejarle en paz. Aún así él me lo impidió. Siguió hablándome, proponiendo de vernos, susurrando palabras tiernas a mi oído. Y todas mis barreras se derrumbaron. ¿Cómo iba a separarme de aquel hombre?  
Ahora podía despertar con una falsa tranquilidad instalada en mi interior. Sabía que volvería a verlo. Aunque aún tenía cierta inseguridad aferrada con garras a mi pecho. Nunca sería real un por siempre juntos. En cualquier momento él podía ponerle fin a todo aquello. Y el sufrimiento volvería, pero más profundo que nunca antes. Aún así parecía dispuesta a arriesgarlo con total de seguir a su lado.
No es nada difícil concentrarse en el trabajo. Simplemente de vez en cuando se me antoja ver la hora. A veces pasa rápido, a veces no. Aún así cuento los minutos que restan para volver a verlo. Intento no pensarlo, no necesitarlo en mi cabeza las cuarenta y ocho horas del día. Si, mis días son tan largos que parecieran tener el doble de horas que los días normales. Todo por su culpa. Más bien por la mía y de mis sentimientos. Pero es más fácil culpar a los demás que hacerse cargo de los problemas. Y por más responsable que sea de ellos, no puedo solucionarlos. Es demasiado triste…
Todo transcurre con normalidad. No puede decirse que bien o mal. Estaríamos en un punto neutro. El tiempo sin él es un completo martirio. Hasta que lo veo y puedo ser feliz por un momento. Son pequeñas dosis de su presencia lo que me mantienen en paz con la vida. Sin esa droga no podría con el día a día. Y volvería a vivir un completo infierno. No comprendo por qué dependo tanto de él, sin embargo tampoco puedo evitarlo. Debería de acostumbrarme, pero sé que llegará la hora de separarnos y quisiera poder dejarlo marcharse sin sufrir. Simplemente quisiera…
Podría, pero es imposible, tratar de tomarlo todo con menos seriedad. Como de seguro lo hace él. Si solo no estuviera tan involucrada sentimentalmente sería posible. Me detesto. No puedo odiarlo a él, no tiene la culpa. Me odio a mi misma por sentir tantas cosas, por hacerme sufrir, por ser una completa tonta. Quisiera dejar de ser una niña, corregir tantos errores. Pero es tan difícil. No puedo hacerlo, solo estoy segura de eso y de que lo amo. Ironías de la vida.  
Continúo siendo esclava de mis acciones. Yo fui a enamorarme de él. Pude haberle dicho que no, haberme ido con cualquier excusa tonta y haber evitado volver a conocerlo. De haber sabido que me volvería completamente loca por él, lo habría evitado a toda costa. Y me hubiera perdido de amar a una persona tan especial, de pasar momentos preciosos, noches hermosas junto al hombre de mi vida. Por que sí, ese hombre es el amor de mi vida. No hay nadie que pueda reemplazarlo. Se ha ganado el puesto por más que no lo quiera. Es decisión suya aceptarlo o no. Me rompe el corazón la mera idea de recibir un rechazo de su parte. Sufro porque estoy más que segura de que eso es lo que sucederá. No importa cuanto intente retrasarlo.
Cuando creí que ordenando las ideas podría ser todo mejor, me equivoqué rotundamente. Pues hice una limpieza de cerebro. Y sigo totalmente rendida ante esa persona. Es cuestión de un solo día sin verlo o tener señales de él, para que caiga en un profundo abismo. Aún así, si lo veo todos los días sigo siendo esclava de sus palabras, de su cuerpo, de todo su ser.
Ni siquiera puedo ser libre cuando intento alejarme. Siento las frías cadenas aferrando mi corazón, mis manos, mis piernas. Ejercen una fuerza increíble sobre mí, me hacen sufrir sin dejar marcas. El extremo de esas cadenas lo tiene él. Y ni cuenta se da de ello. Es un eterno sufrimiento, ligado a este amor que jamás será correspondido. 
Puedo soñar con falsas palabras de amor. Puedo embobarme ante sus pequeños actos de afecto. Y puedo ahogarme en un vaso de agua sin ver la verdad oculta. Supongo que es inútil esperar a que él me quiera como algo más que una mujer para pasar el rato. Solo son sueños que nunca formaran parte de la realidad. No puedo engañarme por siempre. 
Aunque disfrute de él, aceptando su compañía, sus caricias, sus sonrisas y palabras cargadas de algo incomprensiblemente sentimental. Todo es un simple y distorsionado reflejo de lo que en verdad deseo. Nunca llegaré a estar conforme con esto. Termino siendo esclava de mis propias pretensiones y de su aparente indecisión. No importa cuanto me esfuerce por formar parte de su vida. Soy patética y trabajo en vano. Jamás lograré cambiar las cosas. Creí que iba a conformarme, pero mi corazón egoísta pide más y más. Que alguien lo calle, por favor...    
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Abrir los ojos cuesta. Ni siquiera sé qué día es. ¿Es de día ya? Si, el sol da de lleno en mi rostro. Olvidé cerrar las cortinas. No puedo moverme. Sino iría rápido a impedir que la luz ingrese. Observo a mí alrededor y una sensación de vacío se instala en mi interior. Hay algo pesado en mi pecho, que no consigo quitarlo ni con el pasar del tiempo. ¿Cuánto hace desde que no lo veo? Ni siquiera durmiendo puedo apartar mis problemas. Y las otras alternativas son tentadoras pero poco factibles.  
Objetos pequeños, con bastante poder sobre el cuerpo, adorables y tentadores ante la vista de un niño. Las píldoras para dormir tienen bonitos colores. Hay de distintas clases, unas más potentes que otras. Se acumulan sobre la mesita de luz. Me llaman silenciosamente, me piden que las tome todas juntas. Pero el vaso que las acompaña esta vacío. Debería ir hasta al baño a por agua, y el valor que logro acumular se desvanece en esos pasos que doy lejos de las pastillas.
Por el momento las extremidades de mi cuerpo no responden. Se rebelan contra mi cuerpo y no responden. Necesitan de esa persona para funcionar. Mi cerebro intenta reconocer que no se puede tenerlo. Mis ojos no dejan de buscarlo hasta que el corazón sufre punzadas por su ausencia. Y al fin, luego de tanto dolor llega el reconocimiento: No está y no estará. Comienzo a moverme y realizo la rutina de todos los días. Cual robot sin sentimientos.
Otro día sin verlo, es un completo infierno. Me obligo a encerrarlo con llave en un sitio profundo de mi mente. Mientras me dedico a intentar trabajar. Las horas pasan con extremada lentitud. La vida se me hace interminable si no tengo la seguridad de que él forma parte de ella. Es un interminable sufrimiento. Sólo existe un calmante. No pienso aplicármelo. La decisión está tomada y no volveré a esas noches húmedas.
Esperar es una posible solución. El tiempo cicatriza las heridas. No importa cuanto sangre ésta. En algún momento dejará de doler. Y alguien más ocupará ese sitio tan importante. Aún así el tiempo es lo que provoca que duela más. Por que transcurre con tanta lentitud que me hace más consciente de su ausencia.
Sigo soñando con imposibles, sigo deseando que él aparezca y me salve de este malestar. Aunque no quiero ser la princesa encerrada en la torre, desearía que él fuera mi príncipe azul y venga a rescatarme. Ya estoy bastante adulta para estas pavadas. Y no puedo dejar de pensarlas. Algún día me encerrarán en un manicomio por soñadora compulsiva. Quizá allí me proporcionen algo para olvidarlo…
Sin embargo me es inevitable no pensarlo de vez en cuando. Él consigue la manera de escaparse del encierro y vagar libremente por mi cabeza. Hasta me traiciona el inconsciente y me encuentro buscándolo con la mirada. A los ojos de mis amigas finjo estar bien. Paseamos juntas por las calles de la ciudad, para invertir en algo el tiempo libre. Solemos charlar de cosas sin sentido. Intento prestarles atención. Pero mis ojos se desvían. Nunca lo encuentro, y eso es lo mejor. Así podré olvidarlo. O al menos me engaño a mi misma pensando que es posible.
Todo debía ser algo pasajero. No estaba en mis planes involucrarme tanto. Él era celoso, posesivo, no me merecía su amor. No podía devolverle el cariño que el me daba. Sabía a ciencia cierta que necesitaba a una mujer mejor. Yo no era la indicada, sólo lo hacía sufrir. Nos separamos y cada uno siguió con su vida por su lado. Intente borrarlo de mi vida, de todas las maneras posibles. Aunque el quiso corregir sus errores, volver conmigo, yo lo rechacé y lo traté horriblemente. Y luego de años tuve que volver a encontrarlo. Aunque ésta vez era un hombre distinto. ¿Cómo no volver a enamorarme de alguien tan distinto y perfecto?
Entonces se interpone en mis planes. Lo veo a lo lejos. Camina con total naturalidad. Él también va acompañado de su grupo de amigos. Parece mucho más feliz de lo normal. ¿O es todo obra de mi imaginación? Mis amigas también lo ven. Advierten mis claras intenciones de ir a saludarlo y me detienen. No debo. Está mal. Mi corazón lucha por salirse de mi pecho y correr hacia él. Pero mi cuerpo se deja arrastrar por mis fieles compañeras de vida. Es lo mejor, intentó pensar. Aún así me apena tanto. No poder formar parte de sus días, de sus noches, de su vida…
La realidad se estampa contra mí duramente. Es como si me estrellara contra una fría pared. Él no me necesita, no me quiere. Está tan bien sin mí como si nunca hubiera existido para él. Ni siquiera le preocupa por qué no contesté su llamado. No volvió a intentar contactarme. Para él todo anda perfectamente, con o sin mí. Tiene la conciencia bastante limpia. Y no creo que sea porque tiene mala memoria. Él simplemente me ha borrado así sin más. O tal vez nunca he formado parte de ella. Me inclino más por la segunda idea. Solo fui una mujer de entre muchas otras. Cuesta abrir los ojos y enfocar la crueldad que debo vivir…
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Es bonito despertar a su lado. Observarlo dormir con tamaña tranquilidad. Es encantador detener la mirada en tan apacible rostro. Reparar en el leve vaivén de su pecho, producido por la profunda respiración. Contemplar detalladamente la hermosa escultura griega que yace a mi lado. Hace tanto calor que las sabanas descansan en la punta de la cama. Comienzo a sofocarme con tan atractiva vista. Desearía que esto pudiera durar para siempre…
Pero las preocupaciones no me invaden aún. Todo puede durar unos minutos más. Aunque haya salido el sol, y ya sea un nuevo día. Los minutos son flexibles y se extienden. Prefiero dedicar un pequeño rato a recordar. Los momentos de la noche pasada se arremolinan en mi mente. Listos para hacerme sentir la mujer más feliz que puede encontrarse en la faz de la Tierra. Es cuestión de cerrar los ojos y volver el tiempo atrás. Todo con tal de retrasar la partida…
La felicidad comienza cuando nos encontramos. Él deseaba verme, así lo había expresado, y yo había acudido a su pedido. Antes era una rutina distinta. Primero salíamos a cenar. Ahora seguía siendo rutinario. Pero directamente me llevaba a su departamento. Podíamos jugar un rato, fingir que comíamos. Aunque lo que importaba era empezar con lo otro. No importaba cuán reacia estuviera a aceptarlo, la relación que teníamos nunca llegaría más lejos de la atracción física. Sólo era un bonito cuerpo a la vista de esos ojos.
Inevitablemente estaba rendida ante aquel hombre. Lo mío no era algo carnal. Debía admitir que lo adoraba tanto por  fuera como por dentro. Podía llegar a decir que lo amaba en cuerpo y alma. Era esclava de aquel par de perfectos labios. Prisionera de aquel fornido cuerpo, de aquel dulce ser. Víctima de un amor que jamás sería mío.
Aún así no podía apartarme. Iba a él siempre que me solicitaba. Comenzábamos con leves caricias. Que luego de recorrer la ropa se colaban en busca de más. El contacto de nuestras pieles siempre quemó. Él sabe cómo tocarme, conoce dónde hacerlo y tiene el don de volverme loca. Desearía tener la misma influencia sobre él. Pero parece que suelo soñar con imposibles. Sólo yo estoy tan loca que siento que el suelo se mueve bajo mis pies con solo percibir una mirada suya.  
Luego nos recibe acogedoramente la cama. Allí es donde pasamos la mayor parte del tiempo juntos. Conozco cada detalle de su cuerpo como si fuera el mío propio. Quisiera que fuera completamente mío. Como yo soy suya. Sin embargo eso no sucede. Y me dedico a disfrutar de las horas que compartimos allí. Llenas de pasión y deseo. En esos momentos es cuando abandono cualquier atisbo de realidad o razón. Los encierro en un frasco y los dejo a un costado de la cama. El vidrio impide que puedan gritarme frases como: ‘Está mal’ o ‘Cuando te toca piensa en otra’. Sé perfectamente que no debería estar haciendo esas cosas, que nunca ocupare un sitio en su corazón, por más especial que sea o haya sido. Por eso abandono todo, hasta las prendas caen lejos de la cama…
No importa pasado ni futuro. El presente y la necesidad de tenernos el uno al otro nos dominan. Nunca acabaré de comprender el motivo por el cual sigue llevándome a su cama. Como jamás comprenderé el por qué lo volví a amar después de tanto tiempo. En su momento fuimos una pareja feliz. Ahora sólo somos un par de torpes amantes. No hay normas, está todo en manos del azar. Caemos rendidos luego de una noche de amor momentáneo. Y nos abandonamos a los brazos del cansancio, soñando con nuestros más profundos deseos. En mis sueños vuelve a estar él.
Entonces una bella sonrisa se dibuja en su rostro. Parece ser que se ha despertado y se ha dado cuenta de que no puedo dejar de mirarlo. Aún así no abre sus ojos. Ya es la hora. Comienzo a vestirme, mientras le doy la espalda. No quiero que vea mi rostro lleno de tristeza. No hay lugar para mostrar sentimientos. Ya ha pasado el tiempo acordado y es hora de marcharse. Una mujer de una noche, eso es lo que siento que soy. Pero no me llega a molestar en absoluto. Ya que sólo para él puedo llegar hasta este punto. Aunque él nunca lo vaya a saber…
Simplemente ya nada importa. Fui feliz durante tres meses exactos. No puedo pedir más nada. No me arrepiento de haberme cruzado con él hace doce semanas atrás. Pero todo debe llegar a su fin. Y no puedo seguir alargando esto por mucho más tiempo. No si quiero dejar de sufrir. Por eso es hora de continuar adelante, sin él. Ha sido la primavera más bonita de mi vida. Aunque voy a extrañarlo, debo hacerlo. Ya he tomado la decisión. Es hora de apartar el dolor, de apartarlo de mi vida. Es bonito despertar a su lado, pero oprime el pecho…
-Adios.
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Empezamos con una tabla:

1.- El amor eterno dura aproximadamente 3 meses.
2.- Tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria.
3.- La esclavitud no se abolió, se cambio a 8 hs diarias.
4.- Lo importante no es ganar, sino es hacer perder al otro.
5.- Los honestos son inadaptados sociales.
6.- Pez que lucha contra la corriente, muere electrocutado.
7.- No soy un completo inútil... Por lo menos sirvo de mal ejemplo.
8.- Errar es humano...pero echarle la culpa a otro, es mas humano todavía.
9.- Ningún tonto se queja de serlo. No les debe ir tan mal.
10.- Trabajar nunca mató a nadie...pero, para qué arriesgarse?
 
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El silencio sepulcral reina. Nada puede romperlo. Ni siquiera existe el silencio. No puedo oírlo, no puede oírme. Es algo que no se puede escuchar. Va más allá del sonido. ¿Puedes entenderme? Estamos tú y yo enfrentados. Es algo que puede verse, pero no tocarse. ¿Por qué no podemos romper la distancia? Esos sentimientos encontrados, luego perdidos, enterrados en la tierra del olvido. ¿Puedes volver a sentir lo mismo? No hay palabras, no hay verdades ni mentiras. Solo nosotros dos. Más allá de palacios, espacios verdes, y extensiones de aguas profundas. El tiempo corre rápido y nos vamos alejando, acercando y volviendo a alejar. Las fichas están listas para que se realicen los movimientos. El tablero está en ruinas.  ¿Qué clase de juego es este?
Tus ojos son profundos. Tu alma es inquieta y no me corresponde. Existe el resentimiento, el dolor y el sufrimiento. No todo puede curarse,  no todo puede arreglarse. Aunque estés tan cerca de mí, sé que jamás podré alcanzarte. Yo misma te aparté. Ahora debo hacerme responsable de mis actos. ¿Sin embargo qué clase de juego es este? En el que tus palabras dicen algo, tus acciones dicen otra cosa y tu distancia me enloquece.
¿En verdad merezco participar de esto? Yo misma me he ganado el puesto, soy la candidata a sufrir. Gracias público divino, por venir a presenciar el final de lo que nunca empezó. Quise esperar, pero la paciencia me venció. Quise regresar, pero ella se me adelantó. ¿De qué sirve jugar si los movimientos hechos están y yo no he de ganar? Es más sencillo renunciar, cuando tan tarde aún no es.
Con una mano extendida, intento alcanzarte. Con la otra me aferro a la realidad de olvidarte. Deséenme suerte. Pues va a ser difícil abandonar, cuando mi corazón no quiere escuchar que él ha elegido a otra y la vida ha de continuar. Lastimosamente mis palabras voy a callar, una estaca me pienso clavar y el amor de una vez por todas se extinguirá.  

Jessica Black
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El aroma pestilente que expulsa el esmalte para uñas atrofia su respiración. Se encuentra en el otro extremo del sitio, pero su increíble olfato no puede contra tres frascos llenos de esa sustancia tan apestosa. Desde lejos puede distinguir los colores. Azul, verde y naranja, demasiado chillones y extravagantes para su gusto. Incluso, si se fija detenidamente, la chica está vestida con colores semejantes, una remera bastante ajustada, una pollera bastante corta… ¡Y lleva el cabello verde! Se obliga a desviar la atención porque teme marearse de las nauseas que le provoca mirar a aquella chiquilla. Niega con la cabeza pensando en lo que ha decaído la juventud de hoy en día.
Sin embargo no puede disfrutar tranquilamente de su té. Es algo bastante molesto. Así que opta por ponerse de pie y caminar hasta la mesa en la que se encuentra su problema.  Se aclara la garganta y prepara un pequeño discurso en el cual le pedirá amablemente si puede detenerse o marcharse. Aunque la sonrisa que le dirige la chica lo deja inmovilizado. ¿Por qué esa alegría tan natural?
-Te estaba esperando…
Él solo atisba a enarcar una ceja. Algo no termina de concordar con la historia. No comprende lo que está sucediendo. Es difícil ejercer movimientos cuando estás paralizado. Es complicado evitar un ataque cuando no puedes reaccionar. Tiene la mitad de las manos pintadas, y con ellas se aferra a sus hombros. Observa con ojos colosales cómo se eleva en puntitas de pies y desliza su pequeña y traviesa boca sobre sus labios.   
Una cálida lengua se introduce y comienza a juguetear con la suya. Parece ser experta en ello, comienza a volverlo loco. Entonces reacciona vorazmente y sosteniéndola por la cintura y la espalda la eleva para poder intensificar el beso. Sintiendo cómo cede ante la perdición…
Todo comienza con un pequeño sonido. Algo se ha rajado. Un pequeño agujero que desencadena una serie de problemas. El beso se interrumpe. El hombre gime adolorido. Con ambas manos en el estomago cae de rodillas. ¿Acaso sus ojos se vuelven carmesí? De su boca sale expulsado un coagulo de sangre que cae a los pies de la niña. Quien se relame los labios, un poco disgustada por haberse salpicado las preciosas zapatillas converse, pero encantada con el espectáculo. 
Entonces se coloca de cuclillas y deja una sutil marca de pintalabios en su frente. Luego toma un bonito recorte de cabello que guarda en su bolso, junto con sus demás cosas.  Vuelve a estar de pie y suelta un profundo bostezo. Su trabajo está hecho, así que se marcha. Su corazón late rebosante de alegría a medida que deja atrás a otra preciosa victima. Se encamina fuera del café mientras intenta planear una mejor muerte.
-Jamás me cansaré de este juego-canturrea a medida que danza por las calles de la ciudad.
Es una simple niña a la vista de todos los mortales. Es la peor pesadilla para todos los hombres. Sus ropajes se mueven, producto de una ráfaga de viento, y vuelve a estar vestida con un largo y bonito vestido de época. Ha recuperado estatura, un cabello lacio y más oscuro que la noche junto con sus bellas curvas. ¿Qué edad tiene? Ha perdido la cuenta, pero sabe mantenerse en perfecto estado. Encuentra un callejón y decide tomar un atajo. Se interna en una pequeña mancha de sombra y desaparece. Debe llegar pronto y cumplir con su siguiente trabajo. Ser una Valquiria conlleva responsabilidades...

Jessica Black
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No tiene título. Salió de lo que debería haber sido una historia sobre alucinaciones. Y quedó en lo que leerán a a continuación y el nombre del archivo de word fue: Concientización.. y un carajo.. Supongo que lo llamaré: Realidad...


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Un callejón húmedo y sucio. Harapos rotos y pies desnudos. La piel manchada, rasgada y lastimada. Cabellos enmarañados, mugrientos. Apesta a mugre. Eleva la mirada inyectada en sangre y maldice. Debe ser la séptima semana que ronda por aquel sitio. Nadie puede librarlo de aquel inmundo infierno. Destinado a vagar hasta la muerte. Le han robado hasta la más pequeña esperanza de vida.
A esa clase de personas hay que hacerles un favor. Agradecerían conciliar el sueño y no despertar jamás. Sin embargo siquiera pueden pegar un ojo, temiendo recuperar un poco de humanidad. Eterno caminar, huyendo de los sentimientos. ¿Quién puede interrumpirlo y dar color a esas almas?  
Posee muchos nombres, ninguno es el exacto. Aparece de las sombras y no tiene una propia. Sencilla silueta negra, voz seductora y embriagante. Lo único que puedes ver es su esquelética mano. Dicen que pertenece a la mismísima muerte. Pero ella te proporcionará el boleto a lo eterno. Nadie la ha visto y muchos la hablan. Es salvadora, los cuerpos ansían el néctar de sus palabras, sus obsequios. ¿Negar tan jugosa proposición cuando no tienes nada que perder? Sabe negociar con los espíritus condenados a vagar en pena.  Ha llegado la hora de danzar, sólo haz de aceptar. La manzana morderás y el veneno te guiará.
Cuando habitas la más cruel realidad, todo atisbo de magia desaparece de tu ser. Es difícil creer, ansiar, soñar si sabes que es imposible y todo a tú alrededor te lo recuerda. No eres nadie, no eres nada. No importa si en algún momento lo fuiste. Es obvio que nunca volverás a serlo. Entonces ese pequeño trozo de algo y nada, en tono pastel, con una bonita cara sonriente, es la mejor escapatoria.
Porque morir no es solución. Le das el gusto a aquellos buitres, que no ven la hora de encontrar tu cadáver y sentir el orgullo de decir: uno menos. Como no saben solucionar el problema esperan que se extinga en algún momento. No hay que dejar que sea así de fácil. No se habla de luchar, se habla de resistir. Quizá no sirva de nada, quizá logré un importante cambio. Por ahora parece ser la única solución tangible. La verdad está en la diminuta píldora que se desliza por la garganta de cientos de personas necesitadas de vivir.
La droga atrofia la mente. Expande todas las barreras que pueden existir. Eres libre. Aquel que todo lo tiene termina perdido en una incoherencia de existencia. Alucinando con atrocidades que pueden llegar a matarlo. Sin embargo está quien no tiene siquiera la certeza de tener nada. Esa clase de personas acaba teniendo una vida. Se ahogan en una fantasía semejante a la realidad de cualquier persona normal. Acaban de manera espantosa viviendo en un sueño que jamás se hará realidad y del que nunca podrán escapar.  
Todo es resultado de la sociedad. Del conjunto de seres humanos que sólo piensa en sí mismo y espera poder, en algún momento, llegar a controlarlo todo. El egoísmo es culpable. Las personas también lo son. Los sentimientos que dominan a éstos seres, que poco utilizan la razón, son parte del problema. Y la solución parece que jamás va a llegar. De nada sirve si no se piensa en cambiar los errores, sino se considera corregir lo incorrecto y elegir el buen camino. Comencemos evitando que tú tengas el poder de mi alma… ¿O ya es demasiado tarde?


Gracias por leer.

Jessica C. Black


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