1.- El amor eterno dura aproximadamente 3 meses.



Es bonito despertar a su lado. Observarlo dormir con tamaña tranquilidad. Es encantador detener la mirada en tan apacible rostro. Reparar en el leve vaivén de su pecho, producido por la profunda respiración. Contemplar detalladamente la hermosa escultura griega que yace a mi lado. Hace tanto calor que las sabanas descansan en la punta de la cama. Comienzo a sofocarme con tan atractiva vista. Desearía que esto pudiera durar para siempre…
Pero las preocupaciones no me invaden aún. Todo puede durar unos minutos más. Aunque haya salido el sol, y ya sea un nuevo día. Los minutos son flexibles y se extienden. Prefiero dedicar un pequeño rato a recordar. Los momentos de la noche pasada se arremolinan en mi mente. Listos para hacerme sentir la mujer más feliz que puede encontrarse en la faz de la Tierra. Es cuestión de cerrar los ojos y volver el tiempo atrás. Todo con tal de retrasar la partida…
La felicidad comienza cuando nos encontramos. Él deseaba verme, así lo había expresado, y yo había acudido a su pedido. Antes era una rutina distinta. Primero salíamos a cenar. Ahora seguía siendo rutinario. Pero directamente me llevaba a su departamento. Podíamos jugar un rato, fingir que comíamos. Aunque lo que importaba era empezar con lo otro. No importaba cuán reacia estuviera a aceptarlo, la relación que teníamos nunca llegaría más lejos de la atracción física. Sólo era un bonito cuerpo a la vista de esos ojos.
Inevitablemente estaba rendida ante aquel hombre. Lo mío no era algo carnal. Debía admitir que lo adoraba tanto por  fuera como por dentro. Podía llegar a decir que lo amaba en cuerpo y alma. Era esclava de aquel par de perfectos labios. Prisionera de aquel fornido cuerpo, de aquel dulce ser. Víctima de un amor que jamás sería mío.
Aún así no podía apartarme. Iba a él siempre que me solicitaba. Comenzábamos con leves caricias. Que luego de recorrer la ropa se colaban en busca de más. El contacto de nuestras pieles siempre quemó. Él sabe cómo tocarme, conoce dónde hacerlo y tiene el don de volverme loca. Desearía tener la misma influencia sobre él. Pero parece que suelo soñar con imposibles. Sólo yo estoy tan loca que siento que el suelo se mueve bajo mis pies con solo percibir una mirada suya.  
Luego nos recibe acogedoramente la cama. Allí es donde pasamos la mayor parte del tiempo juntos. Conozco cada detalle de su cuerpo como si fuera el mío propio. Quisiera que fuera completamente mío. Como yo soy suya. Sin embargo eso no sucede. Y me dedico a disfrutar de las horas que compartimos allí. Llenas de pasión y deseo. En esos momentos es cuando abandono cualquier atisbo de realidad o razón. Los encierro en un frasco y los dejo a un costado de la cama. El vidrio impide que puedan gritarme frases como: ‘Está mal’ o ‘Cuando te toca piensa en otra’. Sé perfectamente que no debería estar haciendo esas cosas, que nunca ocupare un sitio en su corazón, por más especial que sea o haya sido. Por eso abandono todo, hasta las prendas caen lejos de la cama…
No importa pasado ni futuro. El presente y la necesidad de tenernos el uno al otro nos dominan. Nunca acabaré de comprender el motivo por el cual sigue llevándome a su cama. Como jamás comprenderé el por qué lo volví a amar después de tanto tiempo. En su momento fuimos una pareja feliz. Ahora sólo somos un par de torpes amantes. No hay normas, está todo en manos del azar. Caemos rendidos luego de una noche de amor momentáneo. Y nos abandonamos a los brazos del cansancio, soñando con nuestros más profundos deseos. En mis sueños vuelve a estar él.
Entonces una bella sonrisa se dibuja en su rostro. Parece ser que se ha despertado y se ha dado cuenta de que no puedo dejar de mirarlo. Aún así no abre sus ojos. Ya es la hora. Comienzo a vestirme, mientras le doy la espalda. No quiero que vea mi rostro lleno de tristeza. No hay lugar para mostrar sentimientos. Ya ha pasado el tiempo acordado y es hora de marcharse. Una mujer de una noche, eso es lo que siento que soy. Pero no me llega a molestar en absoluto. Ya que sólo para él puedo llegar hasta este punto. Aunque él nunca lo vaya a saber…
Simplemente ya nada importa. Fui feliz durante tres meses exactos. No puedo pedir más nada. No me arrepiento de haberme cruzado con él hace doce semanas atrás. Pero todo debe llegar a su fin. Y no puedo seguir alargando esto por mucho más tiempo. No si quiero dejar de sufrir. Por eso es hora de continuar adelante, sin él. Ha sido la primavera más bonita de mi vida. Aunque voy a extrañarlo, debo hacerlo. Ya he tomado la decisión. Es hora de apartar el dolor, de apartarlo de mi vida. Es bonito despertar a su lado, pero oprime el pecho…
-Adios.

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